En la Fundación nos trazamos retos modestos, pero con gran significado y relevancia. Son pequeños pasos concentrados en niños y niñas de alto potencial. Y buscamos hacerlo más allá de dando dinero, trabajamos porque nuestros beneficiarios tengan acceso a la educación del mundo real, es decir en dimensiones psicológicas, cognitivas y emocionales, que les enseñará a autogestionarse y convertirse en factor de cambio en sus entornos.
Damos las herramientas para que los niños y niñas construyan su futuro.
Nos concentramos en menores de 18 años que sepan que quieren transformar su realidad. Tenemos la convicción de que a través de la mentoría y acompañamiento continuo, el niño o la niña contarán con más oportunidades para ser exitoso.
¿Qué les pedimos a cambio? Que sean un eslabón en la cadena de favores. Eso quiere decir que una vez sientan que pueden ayudar a alguien más, lo hagan.
Este no es un experimento social ni se basa en doctrinas religiosas. La ética y el respeto de los Derechos Humanos es el único papel importante al momento de ejercer este acompañamiento.